En España las vallas de velocidad están reguladas por el Reglamento General de Circulación, que establece que su altura no debe superar los 1,05 metros. Según este reglamento, las vallas de velocidad deben estar situadas a una distancia de al menos 150 metros de los cruces de carreteras, y a una distancia mínima de 50 metros de las salidas laterales de las mismas. También señala que las vallas de velocidad no deben colocarse en las curvas.
En la actualidad, las vallas de velocidad se utilizan principalmente en las carreteras de doble sentido con una separación mínima entre ellas de 3,5 metros. Se colocan de forma alternada a una y otra banda de la calzada, de forma que impidan el paso de vehículos a velocidades superiores a la permitida.
Las vallas de velocidad se utilizan también en algunos casos en las autopistas, aunque en este caso su función es más preventiva que restrictiva, ya que se colocan en los accesos a las mismas para evitar que los vehículos entren en ellas a velocidades superiores a las permitidas.
En general, las vallas de velocidad se utilizan en aquellos tramos de carretera en los que es necesario reducir la velocidad de los vehículos para evitar accidentes. Sin embargo, en algunos casos se han colocado en lugares en los que no es necesario reducir la velocidad, lo que ha generado cierta polémica.
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